A menudo escucho a gente decir que “si los propios arqueólogos no saben lo que comían durante la prehistoria, ¿cómo se pueden plantear pautas alimenticias basadas en la dieta de nuestros ancestros?»
Si bien esta afirmación tiene su parte de verdad, lógicamente conocer cualquier aspecto del pasado es mucho más difícil que observar el presente, los arqueólogos disponemos de herramientas analíticas que nos permiten aproximarnos al estudio de la dieta en el pasado. El estudio de la evolución humana es una ciencia interdisciplinar que está en continuo movimiento. A medida que nuevos fósiles y técnicas analíticas se descubren nuestros paradigmas cambian, planteando a los expertos nuevos retos a los que enfrentarse. Es precisamente eso lo que me maravilla de la ciencia, su continuo movimiento y capacidad de adaptación, la ciencia no es un dogma o una religión y sus partisanos deberíamos hacer honor a esa flexibilidad.
Como una aprendiz más en este mundo interdisciplinar intentaré durante mi charla en el Summit Paleo 2018, llevarles conmigo en un viaje que parte hace 2 millones de años en África hasta el día hoy, intentando trasmitirles con los ojos de un arqueólogo cómo conocemos lo que comían nuestros antepasados y su interacción con el entorno.
Durante la última parada de este periplo nos detendremos a explorar los últimos bastiones del modo de vida Paleolítico que han llegado hasta hoy. A medida que la globalización avanza estas comunidades que han sobrevivido desde la Prehistoria, están rápidamente desapareciendo, y con ellas toda la experiencia que miles de años de aprendizaje les han enseñado o han grabado en sus genes. Conoceremos un poco más a los Hadza, los Baka y otras poblaciones cazadoras-recolectoras, su día a día, su dieta e incluso cómo su genoma y microbioma las hace especiales. Intentaré resaltar algunas de las lecciones que he ido aprendiendo del trabajo de campo con estas poblaciones para el proyecto Global Microbiome Conservancy, una iniciativa que busca capturar y conservar la biodiversidad global del microbioma antes de que ésta desaparezca por el avance de la industrialización y la dieta occidental.
Me permito hacer un spoiler que ya muchos conocen, no existe una “Dieta Paleolítica”, precisamente haciendo honor a la adaptación que nos ha permitido ser la especie superviviente de un árbol en el que muchos otras cayeron, nuestra especie de manera muy exitosa ha conseguido adaptarse a numerosos cambios climáticos, migraciones, extinciones, y más recientemente a la urbanización y la industrialización. ¿Será esta última la que acabe con nosotros?
Ainara Sistiaga
Arqueóloga molecular en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y cofundadora de Global Microbiome Conservancy.